28 de marzo de 2024

Pozo Alcón: La historia y sus gentes, XXII , por José Manuel Leal

EL BAÚL DE LOS SUCESOS

DE REVUELTAS Y DISTURBIOS

La última década del S. XIX y la primera del S. XX marcan el cambio, el lento cambio de progreso y de riqueza que supuso para el pueblo la construcción del canal de Iturralde. Aquel “pequeño pueblo de miserable aspecto” del que hablaba el ingeniero Iturralde había ido evolucionando con la mano de obra que tuvo que venir de otros lugares, con los regadíos y nuevos cultivos, y con un aumento significativo de la población. Sin embargo, sin comunicación alguna con el exterior, pues los caminos seguían siendo de herradura, el progreso no podía ser verdaderamente efectivo y la pobreza se extendía todavía por todo el pueblo.

A finales del S. XIX, Pozo Alcón tenía alrededor de 3500 habitantes, que se podían clasificar de este modo: terratenientes y ganaderos, mozos de labranza, leñadores, pastores y trajinantes. Su vida, pobrísima, se encerraba en un marco reducido. El cultivo de secano llenaba los almacenes de media docena de propietarios que también acaparaban la riqueza ganadera, auxiliar poderosa de la agricultura. Y ellos y los arrieros, que hacían el intercambio mercantil en viajes que duraban meses, formaban lo que podríamos llamar la aristocracia económica. Y entre este puñado de propietarios ricos, se encontraban a la cabeza los García y García, con Marcos García, notario de Pozo Alcón, y mayor contribuyente de todo el distrito de Cazorla; o la familia Torres Quiñones, representantes del partido conservador, que en Jaén estaba representado por el también poceño Alfonso Monge Avellaneda; o la familia Bustos Quiñones, más afines al partido liberal. Todos ellos venían a sumarse a los apellidos tradicionales de los Moreno Zarco, los Vela, los Gámez o los Amador, y una nueva familia, los Antiñolo, al parecer procedentes de Italia, y más ligados al ramo de la industria y profesiones liberales. El resto de los vecinos, que eran la absoluta mayoría, arrastraba una vida de privaciones y miseria, y comía sólo el pan de centeno y cebada.

En este ambiente general de pobreza, las clases populares tenían que pagar además los llamados “impuestos de consumo”. Se trataba de un impuesto indirecto que estuvo en vigor entre 1845 y 1911, y que gravaba la compraventa de los bienes de primera necesidad, afectando a un gran número de artículos de uso cotidiano (“las especies de comer, beber y arder”), tan esenciales como la carne, el pescado, el jabón, las conservas de frutos y hortalizas, la sal común, los huevos, leche, aceite, vino e incluso la leña para la lumbre. El impuesto perjudicaba claramente a las clases populares y los motines fueron continuos en toda España, con incendios, asaltos de ayuntamientos e incluso asesinatos; además, ocupó gran parte del debate político en esa época, abanderado por los liberales. Nunca un impuesto fue tan odiado ni produjo tantas revueltas, de tal forma que los disturbios fueron generales desde Galicia a Andalucía, desde Cataluña a Extremadura, con levantamientos continuos.

Los impuestos de consumo se repartían entre las arcas municipales y el Estado directamente o, lo que era más frecuente, a través de subastas públicas asignadas a los llamados rematantes o contratistas. En cada pueblo existían los llamados “consumeros”, dependientes de los ayuntamientos, para controlar estos impuestos y siempre atentos al menor movimiento de mercancías que entrara en el pueblo; pero, por encima de ellos, se encontraban el contratista y el administrador de consumos, que eran los encargados gubernativos de ir pueblo por pueblo para recoger dichos impuestos. Como curiosidad, rescato a continuación una noticia del periódico “El Serpis”, de 11 de diciembre de 1885, que decía:

Escriben de Pozo Alcón refiriendo pormenores de un servicio que merece recompensa. Acompañado de una pareja de la Guardia civil, salió el Recaudador de contribuciones, señor Cruces Rodríguez, yendo en la conducción con destino a Cazorla un bagajero y una caballería con 8000 pesetas en metálico y 14000 en recibos por cobrar. Cuando se vadeaba el río Turrilla, algo crecido por causas de las lluvias, las aguas arrastraron al bagajero y a la caballería con el dinero y efectos. La pareja de guardias se lanzó al río sin quitarse los correajes, salvó la caballería, el dinero y los recibos, y extrajo medio asfixiado al infeliz conductor, después de media hora de desesperados esfuerzos. El recaudador quiso recompensar con 50 pesetas a los valerosos guardias; pero éstos no aceptaron, como tampoco una comida que en señal de gratitud ofrecióles aquél.

El pueblo de Pozo Alcón se rebeló varias veces contra ese injusto impuesto y también por el acceso libre a un bien tan preciado en aquellos tiempos como era el esparto. Así, en el diario “El correo español” del 13/07/1892, podemos leer: “Según noticias de Pozo Alcón (Jaén), se han sublevado al grito de ‘Abajo los consumos’ y ‘Los espartos de los montes del Estado, libres’. Los amotinados invadieron la plaza del pueblo y recorrieron las calles en actitud tumultuosa, hasta que el alcalde con la guardia civil los disolvió sin apelar a la fuerza. El gobernador ha mandado prender a los instigadores y cabecillas del motín”.

Todavía más violentos fueron los motines y revueltas que se produjeron en 1905. El periódico “El Pueblo, diario republicano de Valencia”, de 9 de enero de 1905, decía así: “Comunican de Pozo Alcón (Jaén) que tres consumeros, armados de facas y revólveres, increparon al contratista y al administrador de consumos. Salieron éstos a la calle y acudió el pueblo en manifestación tumultuosa, teniendo que refugiarse los increpados. Los amotinados se dirigieron al Ayuntamiento, dando muerte al contratista. Han resultado varios heridos y muchos contusos”.

Pero (¡cosas del periodismo!) veamos esta misma noticia en el “Heraldo de Zamora”, también de 9 de enero. Dice: “Agresión y protesta. El gobernador civil de Toledo participa que en el pueblo denominado Pozo Alcón, tres empleados de consumos agredieron al rematante y administrador del impuesto. El vecindario organizó una manifestación para protestar del brutal atropello”. Y como no hay dos sin tres, quizás el periódico “El Liberal”, de Menorca, del 11 de enero, nos aclare la noticia…o no. Bajo el titular de “Los Consumos”, escribía: “En Pozo Alcón (Jaén), tres individuos del resguardo, armados de facas y palos, trataron de agredir al contratista y al administrador de consumos, los cuales pudieron escapar ilesos. El pueblo, haciendo causa común con los empleados, dirigióse en manifestación al Ayuntamiento pidiendo la destitución del contratista y del administrador”.

Al final, como vemos leyendo la prensa de la época, no podemos saber exactamente el alcance y circunstancias de este levantamiento; pero sí podemos hacernos una idea muy clara de cuál fue la reacción popular ante este impuesto que aumentaba el precio de los artículos de primera necesidad y, por consiguiente, su propia pobreza.

José Manuel Leal

5 comentario en “Pozo Alcón: La historia y sus gentes, XXII , por José Manuel Leal

  1. Muy interesante, mis antepasados vía paterna eran poceños. Mi abuelo Reyes Gámez Bustos (Pozo Alcón 1904- Santo Tomé 1959). Mis bisabueos Carlos Gámez García y Magdalena Bustos Segura. vivieron en la calle Carrizalejo, número 1, en la misma Plaza del Santo. Sé qué son apellidos los de mis antepasados tradicionales de Pozo Alcón y poco más, me interesa cualquier información sobre el pasado de este pueblo. Muchas gracias por compartirla.

    1. Gracias, Javier, por tu comentario. Ciertamente que los apellidos Gåmez, Bustos,García o Segura son característicos del Pozo desde su origen. Sería muy difícil rastrear las líneas familiares y quizás habría que buscar en los libros de bautismo de la iglesia que,cosa sorprendente por no decir casi milagrosa, se conservan desde 1618.En cuanto al registro civil,se remontan hasta alrededor de 1880 o por ahí. En cualquier caso, si encuentro algo, te lo haría llegar. Un saludo.

      1. Hola buenas,
        Mi nombre es Carolina soy de Zaragoza y estoy haciendo mi árbol genealógico. Toda mi familia es de Pozo Alcón, con el apellido Bautista y he llegado hasta los tatarabuelos. El problema es que en los bisabuelos hay varios hermanos de los que nadie sabe nada y me encantaría terminar mi árbol para poder enseñarlo a todos mis familiares. En el registro no pueden dar datos y entiendo que en la iglesia tampoco. Si pudieras ayudarme sería increíble. He llegado hasta aquí y me da una esperanza. Gracias.

        Un saludo.

  2. Mis abuelos , se llamaban Francisco Iruela ,González y mi abuela Mercedes González Cruz el apodo de la abuela ( casa Menchor ) si alguien me puede dar información estaría muy agradecida ,emigraron a Cataluña

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